¿Habéis reparado, amables lectores y lectoras en el poder y la libertad que nos otorga la exclamación ¡NO!? Pero, ese ¡NO! lejos de ser un “NO”, sin medida, cabezón y malhumorado, debe ser reflexivo y meditado…
Un ¡NO! para poner barreras al abuso del más fuerte (o del que se lo cree),
Un ¡NO! para no dejarse pisar, ni avasallar por el que piensa que es el más poderoso, o que lo quiere aparentar.
Esta sociedad nos enseña a ser complacientes, correctos y a portarnos bien y esto está fenomenal, pero hasta cierto punto. Por supuesto, dentro de lo posible debemos ser comprensivos y benévolos con la gente de nuestro entorno, pero siempre que no dañe nuestra integridad física o moral.
Desde pequeñitos nuestros padres, maestros o tutores, nos castigan si decimos… ¡NO! a cualquiera de sus peticiones, inculcándonos, el ser complacientes y dóciles bajo el mando de la autoridad. En cambio tanto ellos, como los altos mandatarios de esta sociedad, se otorgan el poder del “NO”, atribuyéndose gracias a esta sílaba, vete tú a saber, si por mandato divino o decreto de “biribirlate”, la exclusividad de dictar la ley y el orden.
Pero… ¿No será que lo que quiere este sistema es manejarnos y por eso, desde muy temprana edad se nos domestica bajo los azotes y el yugo del ¡NO!?
¿No será que esta sociedad, sabedora de la fuerza del pueblo, nos quiere domar con el látigo del ¡NO!, del cual se han adjudicado el poder desde siempre?
Esto me recuerda el método que se suele utilizar en el circo, para domar a los elefantes… Desde cachorritos se les ata por una pata a un simple tronco de árbol, pero como todavía no tienen fuerza suficiente, por mucho que tiren de la cuerda que les tiene presos, no logran liberarse. De esta forma, desde temprana edad, sus amos les inculcan que no pueden escapar. Por eso, cuando estos “animalitos” crecen y se transforman en poderosos elefantes adultos, siguen pensando, que no pueden liberarse del tronco al cual están amarrados y ni intentan tirar de él.
¿No será la misma astucia que utiliza esta sociedad, para mantenernos bajo su potestad y tenernos “presos”, haciéndonos creer que no podemos liberarnos de este sistema? Os dejo meditar en esa cuestión, de la cual seguiremos hablando, en otra ocasión. Entre tanto ejercitaros y aprender a decir ¡NO! siempre que penséis que lo que se os proponga u ordena, va contra vuestros principios y libertad y os dañe de cualquier manera.
Un “LIBRE” saludo de Pilar Ángela.
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